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Todos conocemos la importancia que posee la Filosofía como disciplina, en particular dentro de las humanidades, y en general como herramienta elemental para la formación del individuo en su integridad moral, intelectual y política por dotarlo no sólo de sentido crítico, sino también de la posibilidad de su autodeterminación.

Sin embargo, por los rigores del cursado regular de las asignaturas abocadas a dictar contenido filosófico y las formas de evaluación tradicionales de los mismos, la Filosofía queda confinada en la apreciación de los alumnos a un saber libresco, excesivamente teórico o alejado de las determinaciones del día a día, lo cual sin duda no es un argumento en su contra, sino la puerta de entrada ineludible para su cultivo.

Por eso, creemos que este modo de ceñir a la Filosofía a su forma más rigurosa puede completarse y significarse en la aplicación de sus categorías conceptuales por fuera de los ámbitos estrictamente filosóficos, para comprender así su real valor.

En razón de esto, si comprendemos que toda expresión humana, consciente o inconscientemente, responde a supuestos o nociones previas que articulan la totalidad del mundo sobre un determinado sentido acerca de las cosas, podemos afirmar que todo modo de expresión implica de manera más o menos explícita una cosmovisión, una forma de entender la realidad fundada en valores y por tanto proclive de ser analizada filosóficamente.

Así podemos decir que todo discurso puede darnos pie para el pensamiento filosófico. En aras de aplicar y problematizar los contenidos dictados por las asignaturas filosóficas al análisis de la realidad diaria para darles así significado y poder crítico, nos proponemos trabajarlos en relación al análisis y la problematización de producciones culturales concretas, provenientes de diversos campos, para develar en ellas qué criterios, valores u ontologías se implican y fomentan.

Hemos notado a lo largo de los años de dictar las asignaturas filosóficas que los estudiantes significan y comprenden las implicancias de sus conceptos en el contraste concreto con producciones culturales, ya sean películas, poemas, pinturas, fotografías, canciones e incluso publicidades o noticias, en las que se materialicen de una y otra forma tales conceptos. Esto nos indica que las grandes categorías del pensamiento filosófico tienen la versatilidad de aplicarse, problematizar y preguntar acerca de los fenómenos que nos rodean.

El valor de encontrar en toda forma de expresión humana una justificación, una cosmovisión, una filosofía más o menos explícita, amén de ejercitar nuestro criterio y vigilancia con respecto a las producciones culturales que consumimos, nos conduce a la convicción de que finalmente toda práctica humana es ideológica y por tanto proclive de ser cuestionada debatida y transformada. Debate que hace posible por otro lado la convivencia democrática.

Creemos que la larga tradición humanística que ostenta nuestro colegio nos exige la necesidad de que nuestros alumnos signifiquen los contenidos propiamente filosóficos que les transmitimos, para que en su formación futura puedan dar cuenta de la importancia y la necesidad del pensamiento crítico, y la autodeterminación, en un mundo que cada vez más nos presenta las cosas como obvias, resueltas y por ende invariables.

El referente a cargo de este proyecto institucional es el profesor José Ernesto Bianchi