La docente del Colegio Universitario Central, Paola Figueroa, fue invitada a participar de una nota conmemorativa por celebrarse un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas.
A continuación, compartimos parte del trabajo realizado por Milagros Martín Varela para Sin Retorno en el que cita a la profesora del historia del CUC.
El relato nunca es uno. Siempre hay aristas, miradas, subjetividades que se ponen en juego a la hora de contar una historia; inclusive si ésta refiere a un hecho real, a un suceso histórico. La historia es parte de la cultura y, a su vez, ésta es un espacio de disputa permanente. La pluralidad de relatos es lo que nos permite hablar de libertad y de democracia, siempre con posibilidades (y necesidades) de mejorarlas y fortalecer sus cimientos, pero libertad y democracia, al fin y al cabo.
La historia reciente nos convoca, nos interpela. Moviliza. En Argentina, particularmente, hablar de la Guerra de Malvinas aún genera múltiples emociones, inclusive encontradas o contradictorias: entristece, enoja, nos hace inflar el pecho. Y aún hay varias caras, facetas del relato que no conocemos. O que estamos empezando a conocer.
“La Guerra de Malvinas es parte de nuestra historia reciente y estudiarla como historiadora requiere estudiarla desde los costados más diversos. No solamente el aspecto político, el aspecto militar. La guerra nos invita a pensar la sociedad desde otro lugar, generizar los cuerpos. Saber que quienes participaron en la guerra fueron en la gran mayoría varones, pero también mujeres. Darle a cada uno el espacio, visibilizar sus acciones, porque de esa manera podemos tener un conocimiento más acabado de lo que ocurrió. Necesariamente una revisión de nuestro pasado es fundamental y sumar la mirada de género creo que es algo que, poco a poco, estamos llevando adelante”, reflexionó la historiadora María Gabriela Vázquez.
“Lo que se quería era sostener la dictadura”
Paola Figueroainvitó a reflexionar sobre la Guerra de Malvinas desde una mirada macro, como un hecho no aislado sino contextualizado en un momento particular del país y también del mundo entero.
“Hablar de la Guerra de Malvinas implica hablar de un contexto nacional e internacional muy complejo que son los años ‘70”, comentó. En esa década aún se desarrollaba la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, que confrontaba a dos sistemas sociopolíticos y económicos: el capitalismo y el comunismo.
Se la denominó “Guerra Fría” porque, a grandes rasgos -o al menos entre las dos potencias beligerantes- no hubo enfrentamientos armados, ya que -con la carrera armamentista y nuclear- cualquiera de las dos podría haber terminado con la humanidad entera con tan solo disparar un misil. Sin embargo, los enfrentamientos armados estuvieron centrados en distintos focos, ubicados en el sur global, principalmente.
Allí se encuentra América Latina, donde algunos de los escenarios de enfrentamiento que señaló Figueroa fueron la Revolución Cubana, el asesinato de Ernesto “el Che” Guevara y el atentado en Chile con el que se destituye a Salvador Allende y que pone en marcha el Plan Cóndor.
“La dictadura en Argentina tiene que enmarcarse en ese contexto y no como un hecho aislado”, observó la especialista. Muchxs historiadorxs, consideró, se han referido a este golpe como un golpe cívico-militar porque “por omisión, muchos sectores de la población no defendieron la democracia previa”.
La pregunta que se hace Figueroa como estudiosa de la historia es si había una democracia previa. Su respuesta es que sí, legalmente la había. Lo que discuten algunos de sus colegas es qué tan legítima era esa democracia. Pero, desde la legalidad, esa democracia existía.
Figueroa explicó que fue durante los dos primeros años de la dictadura militar (entre 1976 y 1978) en los que se registró una mayor cantidad de secuestros y desapariciones forzosas de personas que fueron torturadas y detenidas en centros clandestinos. En el ‘78 se desarrolló el Mundial de Fútbol, lo que puso al país en la mira de todo el globo. Luego, entre 1979 y 1981, se producen denuncias en el extranjero por la violación a los derechos humanos que estaban ocurriendo en Argentina.
Los denunciantes fueron, centralmente, las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Estas acusaciones hicieron tambalear al régimen de facto. “Muchos historiadores interpretan, en ese contexto, la Guerra de Malvinas como una estrategia política de consolidar poder”, señaló Figueroa.
La especialista reafirmó que los grandes medios de comunicación hegemónicos fueron afines a los intereses de la dictadura. Ella, como historiadora, considera que la Guerra de Malvinas era una guerra perdida desde el principio por la potencia a la que se enfrentaban los soldados argentinos, que era -ni más ni menos- el Reino Unido.
“La lectura que lxs historiadorxs debemos hacer es una lectura diferente de ‘se quiso recuperar Malvinas’. En realidad, lo que se quería era sostener la dictadura”.
Sin embargo, la referenta considera, respeta y tiene en cuenta la vivencia de los excombatientes. Muchos de ellos, hasta el día de hoy, sostienen que la guerra se podría haber ganado. “Son protagonistas de los que no se puede dejar de hablar, pusieron sus cuerpos y sus mentes, comprometidos hasta el día de hoy. Hablar de la política macro no nos detiene a los historiadores de pensar en esos actores”. El análisis del proceso de la Guerra de Malvinas que hace Figueroa nos hace volver al principio: el relato nunca es uno.