Constanza Sanhueza (33) es mendocina, estudió en el Colegio Universitario Central y luego inició la carrera de Sociología en la Universidad Nacional de Cuyo. Sin embargo, su vida académica la ha convertido en una ciudadana del mundo. Sus estudios de grado y posgrado los realizó en Francia y Holanda. Se doctoró por la Universidad de Mannheim, en Alemania.
Vivió varios años en París, Berlín y Heidelberg y también hizo estancias cortas de investigación en Inglaterra, Italia, Holanda, Canadá y Australia. Un pasaporte que más de uno quisiera tener.
Hoy se desempeña como investigadora en el Instituto Variedades de Democracia (V-DEM) en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo (Suecia). En esta ciudad sueca, la segunda más grande del país, vive desde agosto de 2016 junto a Björn -su pareja y oriundo de Alemania- y su hija Filippa.
"Nos mudamos a Gotemburgo hace más de un año luego de que me ofrecieran un puesto en la universidad. Meses antes de venir a vivir, visitamos la ciudad y quedamos encantados" cuenta respecto de esta urbe situada en medio del triángulo Estocolmo - Copenhague- Oslo, que hoy es su hogar.
Lo que más le gusta: Mi experiencia en Gotemburgo ha sido muy diferente a mis experiencias previas ya que, además de los desafíos personales y profesionales de vivir en una nueva ciudad, también lo estoy viviendo como mamá.
Esto supone una reflexión profunda sobre nuestra integración a la sociedad sueca y pensar cómo amalgamar las culturas argentina, alemana, y sueca en nuestra vida cotidiana.
Creo que Gotemburgo es fácil de navegar como extranjero. La burocracia es simple, eficiente y en múltiples idiomas. Además, la gente es muy amigable y predispuesta a ayudar. En el plano cultural, la ciudad ofrece una variada escena que incluye escritores, músicos, cineastas y otros artistas de renombre internacional.
También tiene una cultura de museos muy desarrollada, con variedad temática y de enfoques que se acomoda a un público variado incluyendo a familias y niños pequeños. Finalmente, creo que lo más destacado de la región son los paisajes naturales, el archipiélago, sus playas, y los numerosos lagos y bosques que se encuentran a tan sólo minutos de la ciudad. Todos de una belleza remarcable.
Lo que menos le gusta: Me siento muy a gusto con la ciudad. Sin embargo creo que podría nombrar dos cosas en referencia a Mendoza que extraño: las montañas y el vino. Aunque siendo honesta, disfruto mucho también de las colinas con bosques y siempre que viajo me aseguro de traer unas buenas botellas de Malbec para compartir con mis amigos y colegas a quienes también les gusta mucho el vino mendocino.
Un ritual suyo en la ciudad: Siempre me gustó mucho recorrer las ciudades a pie ya que de esta forma uno descubre lugares poco turísticos. Además es la manera perfecta de conocer más sobre la cotidianidad de su gente.
Varias veces por semana voy a recorrer los barrios de la ciudad, cada uno con una personalidad bien distinta. O bien voy a caminar al parque o siguiendo uno de los innumerables senderos que hay en los bosques, islas o al borde de la playa.
La mejor época para visitarlo: Como todos los países que están ubicados cerca del polo norte, en el invierno hay muy pocas horas de luz y las temperaturas son más bajas. La mejor época para visitarlo es entre mayo y octubre, es decir, entre fines de la primavera y el comienzo del otoño.
Sin embargo, el invierno puede ser también encantador. En especial en diciembre, cuando se aproxima la Navidad, ya que toda la ciudad está decorada.Hay mercados de Navidad y los gotemburgueses están de un humor muy festivo.
Una calle: La calle Haga Nygata es la principal del pintoresco Barrio de Haga. Caracterizada por casas de madera del siglo diecinueve y cafés.
También tiene un mercado cubierto de pescado y quesos, y un mercado a cielo abierto los fines de semana donde pequeños productores locales venden frutas y verduras.
Cuando se visita Gotemburgo, Constanza recomienda tres planes:
Un paseo por el archipiélago. El archipiélago de Gotemburgo es uno de mis lugares preferidos. Desde la ciudad lleva una media hora tomando un tranvía y un ferry y se necesita sólo un billete de transporte común. Cada isla tiene su propio encanto. Los vehículos de cuatro ruedas no están permitidos lo que genera un ambiente apacible, ideal para el peatón o para un paseo en bicicleta.
Personalmente, la isla que más me gusta es Styrsö por su variedad de paisajes que incluyen playas y una reserva natural, sus casas tradicionales de madera de colores muy pintorescas, y sus restaurantes y cafés con vista al mar y cartas con platos tradicionales.
Además, Styrsö tiene un museo de la isla que muestra la vida de los isleños hasta principios del siglo veinte, incluyendo herramientas, vestimentas tradicionales y una casa de época que se puede visitar.
El barrio fue construido en el siglo diecisiete y formaba parte de los suburbios de la ciudad donde residían pescadores y trabajadores. A fines de ese siglo, parte del barrio fue demolido para extender la fortaleza frente al riesgo de invasión por parte de otros reinos.
En 1678 se comenzó la construcción de Skansen Kronan, un reducto de defensa decorado con una corona en su tope, que es hoy el punto más alto del barrio de donde se tiene una excelente vista de la ciudad.
Un café al estilo sueco
Suecia está entre los diez países con mayor consumo de café per cápita del mundo. Existe un concepto cultural sueco derivado del lunfardo del siglo diecinueve, fika, que significa básicamente compartir un café, por lo general acompañado con pan de canela o torta y es una especie de institución.
La cultura del café, combinada con la decoración de interiores escandinava minimalista y detallista, hace que sentarse a tomar un café sea una de las mejores experiencias para conocer mejor Suecia. En Gotemburgo hay muchos cafés muy pintorescos.
Por ejemplo, el Café Kringlan en el Barrio de Haga es tradicional y sirve los fines de semana deliciosos brunch. Da Matteo, situado en el mismo barrio, tiene un ambiente más moderno y minimalista ideal para quienes gustan de la arquitectura.
Por último, el Villa Belparc que está situado en Slottskogen, el parque de la ciudad, es de un estilo más clásico, tiene terraza y vista sobre un pequeño lago.