Hay un combo peligroso que incluye tecnología, nuevos hábitos, una particular manera de ver el mundo del dinero y una maquinaria publicitaria. Esta combinación ayudó al crecimiento de las plataformas de juego online en la Argentina, donde el fenómeno de las apuestas ha llegado a la población adolescente. A nivel local y nacional, hay preocupación y empiezan a sonar algunas alarmas. A esto se suma otro factor que genera mayor inquietud: para las y los menores de 18 años, es ilegal apostar.
La realidad no es fácil de abordar, sino compleja y multifactorial. Por eso, buscamos voces que nos ayuden a entenderla y que abran la posibilidad para preguntarse si hay equilibrio posible.
“Me parece que el consumo problemático del juego online se detecta no solamente en la población adolescente, sino también en niños y niñas cada vez más pequeños, y también en los adultos”, dice Mariana Moreno, psiquiatra infantojuvenil y directora nacional de Abordaje Integral de Salud Mental y Consumos Problemáticos. Moreno subraya algo que no debería escaparse cada vez que hablamos de algún tipo de vínculos con las pantallas: “El entorno digital lo tenemos que poner como parte del escenario para poder, justamente, pensar, intervenir y acompañar. Me parece que eso es una premisa desde donde hay que partir para no demonizar, pero también para poder ofrecer otras cosas a los chicos”.
Entonces, como dijimos, nada es muy simple de abordar. Sin embargo, sí es muy simple comenzar a jugar. El boom de las apps de juegos en Argentina se dio durante la pandemia, pero su historia en otros países comenzó mucho tiempo atrás. Jugar online comenzó a ser un entretenimiento para estratos a los que antes no llegaba, mientras la COVID-19 azotaba a gran parte del mundo. No pasó mucho tiempo para que las provincias comenzaran a legalizar estas casas de juego virtuales (las oficiales tienen el dominio web .bet). En el caso de Mendoza, son tres: super7, Bplay y BetWarrior, pero, a nivel nacional e internacional, hay muchas más: alcanza con hacer un repaso de las camisetas de los clubes de fútbol más grandes del país y repasar sus auspiciantes, incluso de la Selección.
Jugar unas fichitas
A veces sucede que las alertas sobre las problemáticas que afectan a la población adolescente vienen de docentes que prestan atención y saben ganarse la confianza de su alumnado para que les cuenten qué hacen frente a las pantallas. El caso de las apuestas online también se visibilizó así, por profesores y profesoras que lo advierten.
Diana Calderón es psicóloga y magíster en drogodependencia, trabaja en el Departamento de Asistencia Médico Social Universitario (Damsu) de la UNCUYO y nos contó que, recientemente, estuvieron trabajando en los colegios secundarios que dependen de la Universidad con un programa en el que se habla de tabaquismo, de consumo problemático y de prevención del suicidio. Sobre el auge de las apuestas online en estudiantes, nos respondió: “Esta situación ha aparecido. Para nosotros, también es una situación nueva que no esperábamos encontrar. Creo que esto nos llama la atención como adultos. También están sorprendidos los docentes, mamás, papás”.
Calderón aclaró que haber detectado el fenómeno no implica que haya casos de ludopatía, pero es una alerta. La psicóloga destaca que hay pasos clave, como el acceso a billeteras virtuales (con autorización, se puede tener una cuenta en Mercado Pago desde los 13 años). Que chicos o chicas manejen su dinero con el celular ofrece muchas ventajas, pero ese manejo del dinero queda, muchas veces, fuera de la órbita de personas adultas responsables.
Entonces, ser menor de edad parece no ser un impedimento para acceder a las webs que ofrecen apuestas deportivas o juegos similares a los que podemos encontrar en una sala de casino, dado que, según publica la agencia Télam, las y los menores de edad llegan a estas página de apuestas vía “cajeros” que contactan por WhatsApp. Este cajero es quien recibe la transferencia vía Mercado Pago o similar y luego habilita un enlace con las fichas para jugar. Todo pareciera indicar que es un vínculo, por lo menos, vidrioso.
Según una nota publicada por Página/12, un informe sobre el Global Online Gambling Market da cuenta de la dimensión de este fenómeno de escala mundial, que en 2020 recaudó 65.316 millones de dólares y, para 2027, proyecta más del doble.
Para la especialista de Damsu, las y los adolescentes que juegan u observan jugar y que se han manifestado al respecto "lo mencionan como algo que no los problematiza demasiado”. Una muestra de que es una actividad diaria más es cómo influencers promocionan estas salas de juego, las oficiales, las más conocidas. Sin embargo, es un ecosistema con muchas plataformas ilegales.
Por el lado del Instituto Provincial de Juegos y Casinos de Mendoza, hablamos con Gabriela Álvarez, psicóloga a cargo del Programa de Juego Responsable, que comentó que están al tanto de esta tendencia. De todas maneras, dijo que, por el momento, no han recibido consultas por parte de adolescentes. "El Programa de Juego Responsable cuenta con atención desde 2009. El público que nosotros recibimos es por demanda de la gente que necesita atención y, hasta el momento, siempre han sido personas que juegan en salas".
Cómo abordar los consumos problemáticos
Marta tiene 50 años y un hijo adolescente de 14 que maneja su billetera virtual para sus gastos. En un momento, detectó que su hijo había chateado con un número sin agendar con prefijo 011 (Buenos Aires); le dio curiosidad y observó que era un reclamo por parte de su hijo por un dinero ganado en unas apuestas. Pudo hablarlo con el padre del adolescente y entre ambos encararon al hijo: “Nos contó que era solo por jugar, que fue navegando en su compu y que había sido todo muy fácil”, narró Marta. La alerta se desactivó con diálogo, pero la preocupación quedó latente.
Calderón, psicóloga de Damsu, apunta hacia la dirección del diálogo para destrabar cualquier problema. “Está claro que es un trabajo mancomunado si estamos hablando de adolescencias, es entre instituciones y familias, por supuesto”, dijo, y destacó que hablar de consumos problemáticos no es solo hablar de sustancias. La especialista sostuvo que es muy importante que la palabra y el intercambio estén presentes en las familias y que se generen ámbitos para hablar, donde las chicas y los chicos puedan decir qué les pasa.
“El diálogo es poder generar con ellos una mirada crítica, que puedan tener claras las consecuencias. Es a partir de este vínculo, de ese diálogo, que uno puede pensar en la prevención”, amplió Calderón. Al mismo tiempo, sugirió revisar la mirada que tiene la población adolescente sobre el acceso al dinero y las maneras en las que chicos y chicas entienden el éxito económico, el "dinero fácil", y ver ahí qué rol tiene el esfuerzo como método para ganar algo.
Es hablar de salud mental
Volvemos a Mariana Moreno, psiquiatra infantojuvenil, que coincidió con el diálogo como herramienta fundamental y puso el acento en la escucha activa. “Es escucha activa con posibilidad de que el otro también pueda dar su opinión. Por otro lado, no hay que tener miedo del intercambio intergeneracional. Ni tener miedo, nosotros los adultos, ni que tengan miedo los chicos y las chicas, que, generalmente, se predisponen bien a ese intercambio. Nos cuesta más a nosotros, me parece”, sostuvo la funcionaria del Ministerio de Salud de la Nación.
La psiquiatra recordó la Ley Nacional de Salud Mental, cuya definición se basa en un proceso conformado por factores biológicos, psicológicos, históricos, culturales, económicos. “Ayuda poder pensarlo desde una perspectiva integral, intersectorial, poder mirar desde diferentes lugares porque, como bien dice la Ley Nacional de Salud Mental, la definición de salud mental es un proceso conformado por factores biológicos, psicológicos, históricos, culturales, económicos", afirmó.
“Lo que está diciendo (la Ley) es que esa salud mental se compone de todas las cosas que nos atraviesan y, desde ese punto de vista, no puede dar una respuesta solamente Salud”, comentó Moreno, y dejó en claro de qué hablamos cuando se trata de buscar soluciones. “Las situaciones complejas requieren respuestas complejas, y las respuestas complejas se construyen con otros. No las puede dar un solo sector”, sostuvo, y agregó: “Si no, queremos simplificar lo complejo, y ahí perdemos”.