La estrategia general utilizada se sustenta en el trabajo en redes a fin de lograr un efecto multiplicador de las acciones de formación. Se parte del supuesto de que la prevención no es una actitud innata en el ser humano, sino que está relacionada con patrones culturales. De allí la necesidad de formar a las personas –tanto adolescentes como adultos- y de que esta formación sea sistemática, intencional y planificada, no esporádica ni coyuntural.
Esta formación, además, debe estar sustentada en valores –como el respeto y la valoración de la vida humana y el ambientey debe orientar las acciones tomando como principios el “cuidado” y la “solidaridad” y no el “miedo”. Para ello se hace imprescindible normalizar a través de un plan de contingencias que le dé sentido y coherencia a todas las acciones; que contemple todas las preocupaciones e inquietudes de los distintos actores institucionales; que armonice esfuerzos y que tenga una profunda intencionalidad educativa y operativa.