Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

La composición de las alas

Texto elaborado por las estudiantes Julia Bulos y Martina Luján para el último fogón realizado por la agrupación estudiantil Tribus en este 2017.

13 de noviembre de 2017, 08:14.

imagen La composición de las alas

A continuación, compartimos un texto elaborado para el fogón 2017 organizado por la agrupación estudiantil Tribus, del Colegio Universitario Central. El mismo fue redactado por las estudiantes Julia Bulos y Martina Luján, de quinto año. 

La composición de las alas 

¿Cuántas veces dijiste “ojalá nunca se termine”? Ya sea que lleves un año o cinco, te aseguro que al menos una vez esta afirmación se te pasó por la cabeza. Es curioso que incluso cuando estamos comenzando a disfrutar esta etapa, al mismo tempo estamos pendientes de cuánto tiempo es el que nos queda para terminarla. Y eso pasa porque nuestra cabeza piensa y proyecta ese final que por momentos se ve lejano y de repente está tan cerca que es inevitable. Y aunque en realidad nunca tuvimos el poder decir cuándo o cómo queríamos que fuese este final, en el instante en que esta realidad nos choca de frente, nos damos cuenta que sí, que efectivamente todo termina. Pero en cualquier caso, si la decisión es tuya, elegí pasar estos años ocupándote de vivirlos sin pensar en este final que irremediablemente sucede en algún momento.

Porque seguro vas a escuchar, o ya escuchaste mil veces, que solo son cinco años, una vez que pasan, no podés creer lo rápido que se fueron, y que por eso mismo tenés que valorarlos y cuidarlos. Así que admirá con cada parte de tu ser ese búho que con sus grandes ojos te observa desde que entrás, hasta que un día te vas para no volver. Estos años los vivís como un trayecto, como un camino y es ese mismo camino que no podés explicar si no lo viviste, si no tuviste la suerte de sentir lo que sentimos quienes compartimos la dicha de ser parte del glorioso. Porque en este camino vas a llorar, por ver ganar, y muchas veces perder, a esos colores que año tras año cambian y seguirán cambiando, pero que al final siempre van a terminar siendo ese azul y rojo que tanto nos representan y que son tan parte nuestra que los defenderíamos tanto dentro de una cancha como fuera.

Y termina por parecernos loco que nadie que no lo vivía pueda siquiera entender lo que nosotros sentimos día tras día dentro de estas paredes. Sería hasta raro que alguien entienda porqué sufrimos y disfrutamos tanto, a veces hasta el extremo. Porque vos, ahí sentado escuchando, sos de los que hasta hoy disfrutan o de los que si bien disfrutamos también sufrimos. Disfrutás porque quizás hoy es uno de tus primeros fogones o ya estás a mitad del camino, porque a tu tribu le tocó ganar y te consagraste campeón del tan importante Huarpe-Pehuenche. O quizás sos de los que si bien disfruta, hoy está con un sabor amargo que no se puede evitar, porque hoy es tu último fogón, porque egresás en tan solo una semana, porque tu equipo sufrió una derrota inesperada. Y así estamos, separados pero juntos, pasando por cosas distintas pero a la vez compartidas, sintiendo. Siempre sintiendo.

Y al final de todo, cuando las cortinas tienen que cerrarse y parecemos llegar a ese punto de inflexión, volamos. Y esa sensación es la mejor de todas las que vivimos y nos llevamos de este colegio. Porque pertenecemos, tenemos esencia y siempre volvemos a esta segunda casa que además de incluirte, instruirte, enseñarte y acompañarte, te enseña a volar. Y normalmente el miedo no es el de volar, sino que si nos ponernos  pensar, el miedo en realidad está en no poder hacerlo, en no poder mantenernos en el aire. El CUC, mágico como es, hace abrir nuestras alas y tomar carrera para que comenzar a volar parezca sencillo. Nos prepara, nos alienta, nos abriga y nos condiciona para que logremos lo que sea. El CUC nos da ese empujón para que volemos confiando en que siempre vamos a encontrar el camino de vuelta a casa que fue tan nuestra estos años y que inevitablemente, como ya dijimos, en algún momento nos toca dejar.

Y a los que todavía el tiempo no los apura, sigan disfrutando por cada día, aprendan a amar, a conocer, a valorar, pero lo más importante, aprendan a volar. Porque nada es una pérdida de tiempo cuando se trata de seguir aprendiendo. Sigan volando juntos, confiando en que su casa está acá, y que así como nosotros no vamos a olvidar esta casa nunca va a dejar de tener los brazos abiertos para esperarnos cada vez que necesitemos volver para descansar o reposar nuestras alas. 

Contenido relacionado